Solo se oye el chasquido de los zapatos con placas metálicas de centenares de miembros de la Armada. «Clac, clac».
En la esquina de la avenida Pensilvania y la calle 17, en las inmediaciones de la Casa Blanca, los militares desfilan en fila única y atraviesan uno de los numerosos puntos de control que rodean el centro de Washington, fortificado desde hace más de una semana.
«Clac, clac» es uno de los sonidos que emite el núcleo de la capital del país en las horas previas a la jura de Joe Biden como presidente de EE.UU.
Poco más que eso. El murmullo ronco de un camión militar, una sirena lejana, el pedaleo de un repartidor de comida
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