El médico jefe de la farmacéutica, Tal Zaks, dijo que la decisión es consecuencia de la inversión de casi USD 1.000 millones del gobierno norteamericano en el desarrollo del inoculante. También anticipó que buscarán recibir la aprobación de emergencia en “las próximas semanas”
Luego de anunciar que su vacuna contra el COVID-19 tiene una eficacia del 94,5 por ciento, autoridades de la farmacéutica Moderna anticiparon nuevos detalles de la producción y distribución del inoculante en el corto plazo. En ese marco, el médico jefe de la compañía, Tal Zaks, dijo que tendrán la capacidad de producir hasta 20 millones de inoculantes para finales de 2020 y todos ellos se usarán en los Estados Unidos.
En una entevista con el portal Axios, Zaks explicó que la decisión logística responde a la inversión de casi USD 1.000 millones del gobierno norteamericano en el desarrollo de la vacuna. A mediados de abril, la compañía recibió USD 483 de la autoridad para la investigación y desarrollo biomédico avanzado (BARDA, por sus siglas en inglés) y, en base a los avances registrados, le fueron otorgados otros USD 472 millones en julio.
La inversión tuvo lugar en el marco de la operación “Máxima Velocidad” (Warp Speed, en inglés), que busca producir y distribuir 300 millones de dosis de vacunas en el país, las primeras de ellas en enero de 2021. Zaks indicó que, en su caso, la distribución comenzará una vez que el órgano regulador les otorgue la aprobación de emergencia y anticipó que presentarán la solicitud formal “en las próximas semanas”.
La administración de Donald Trump anunció en agosto que compró en agosto un total de 100 millones de dosis de la vacuna por una suma de USD 1.500 millones. El contrato también incluye una opción por 400 millones de dosis adicionales, según declaraciones de la empresa y del Departamento de Salud estadounidense.
En el mismo día del anuncio, el Reino Unido anunció una compra inicial de 5 millones de dosis que podrían ser enviadas al país europeo desde la primavera boreal del año que viene. El acuerdo se suma a otro previo de 350 millones de dosis.Foto ilustrativa de la vacuna de Moderna. Foto: REUTERS/Dado Ruvic
En otro pasaje de la entrevista, Zaks también se mostró confiado en la capacidad de la farmacéutica de afrontar las necesidades logísticas y de infraestructura para manufacturar las cantidades masivas de la vacuna necesarias para cumplir con la demanda esperada. “Hicimos una inversión previa sabiendo los riesgos. Construímos la infraestructura junto con socios que saben lo que hacen”, dijo.
Un factor clave para ello es el hecho que, a diferencia de la candidata de Pfizer, no sea necesario mantener la vacuna a temperaturas extremadamente frías para conservar las ampollas. En su caso, necesita un almacenamiento y un transporte a -20ºC, temperatura en la que puede mantenerse por seis meses. La cifra contrasta con los -70°C que requiere Pfizer.
Además, de acuerdo a los científicos detrás de la vacuna, sus dosis pueden durar más tiempo en un refrigerador de lo que se pensaba inicialmente -hasta 30 días- lo que facilitaría notablemente la logística de distribución.
Con respecto a los efectos secundarios -olor de cabeza, fatiga, dolores corporales, escalofríos y dolor en el lugar de la inyección- Zaks reiteró que fueron considerados entre leves y moderados y que desaparecieron solos a los pocos días.
Para disipar potenciales preocupaciones sobre efectos graves, indicó: “Tenemos bases científicas para predecir dos cosas: una, que si hay efectos serios, serán muy raros; y dos, que sabemos lo que hace la vacuna: se enfoca en la respuesta inmune a la proteína spike. Es muy precisa en ese sentido y se debería traducir en un alto nivel de tolerabilidad. Tomará tiempo demostrarlo, pero en esta era de altos niveles de transmisión, el beneficio es bastante claro”.
Publicado este lunes a la mañana, el reporte de Moderna informó que detectó 95 infecciones entre los voluntarios participantes de los ensayos, de los cuales la gran mayoría pertenece al grupo que recibió un placebo: solo cinco de los contagiados había recibido la fórmula real.
Hace una semana, su competidor Pfizer anunció que su propia vacuna COVID-19 tenía una eficacia de más de 90%, noticia que pone a ambas compañías en camino de pedir permiso en semanas para su uso de emergencia en los EEUU. Las autoridades sanitarias habían adelantado que un umbral superior al 50% ya sería una noticia alentadora.
El Dr. Stephen Hoge, presidente de Moderna, acogió con beneplácito el “hito realmente importante”, pero dijo que lo más tranquilizador era tener resultados similares de dos compañías diferentes. “Eso debería darnos a todos la esperanza de que realmente una vacuna va a ser capaz de detener esta pandemia y con suerte nos devolverá a nuestras vidas”, dijo Hoge a AP. “No será sólo Moderna la que resuelva este problema. Va a requerir muchas vacunas” para satisfacer la demanda mundial, añadió.
La vacuna de Moderna, creada con los Institutos Nacionales de Salud, está siendo estudiada en 30.000 voluntarios. Entre los 11 casos graves de las 95 infecciones, todos pertenecían al grupo de placebo.