El 25 de marzo China levantó la cuarentena masiva en toda la provincia de Hubei, excepto su capital, Wuhan, donde comenzó la pandemia de coronavirus. La ciudad de 11 millones de habitantes había quedado cerrada el 23 de enero, ante la evidencia de que los contagios comenzaban a rodar por el país y el mundo. El 7 de abril, mientras los casos seguían aumentando en Europa y los Estados Unidos, China no registró siquiera una muerte por COVID-19 y sus 32 infecciones nuevas se detectaron en viajeros llegados desde el extranjero. Llegó entonces el momento de reabrir el 8 de abril, luego de 77 días, la localidad del caso cero.
Pero si Wuhan fue el modelo que se impuso —menos autoritariamente— en buena parte de las ciudades del mundo, su reapertura no muestra la más feliz de las imágenes en el espejo en el que parece que se tiene que mirar la humanidad urbana.
Del mismo modo que la clausura fue caótica —a las 2 de la mañana se anunció que se impondría a las 10: en esas ocho horas más de cinco millones de personas escaparon de Wuhan—, la reapertura no se parece a la normalidad anterior. No tanto porque 55.000 personas tenían preparados sus pasajes para salir en los trenes de las primeras horas del 8 de abril, al mismo tiempo que se comenzaron a formar largas filas de automóviles en los peajes de las autopistas de salida de la ciudad. Más bien se trata de una reapertura con gente traumatizada por haber vivido lo inimaginable, controles sin precedentes y reglas en constante cambio ante la posibilidad de una segunda ola de contagios impulsada por los portadores asintomáticos del SARS-CoV-2.
“Los complejos de apartamentos conservarán el poder de volver a confinar a los residentes en sus casas si se encuentran o se sospecha que hay nuevas infecciones de virus en sus propiedades”, informó Bloomberg con un alto funcionario del Partido Comunista de Wuhan como fuente. “En los últimos días la ciudad endureció las restricciones en algunos edificios de viviendas y dijo que otras continuarán, luego de confirmar docenas de nuevos casos asintomáticos”, coincidió The Wall Street Journal (WSJ). “Un medio oficial, Health Times, aseguró el lunes que podría haber entre 10.000 y 20.000 casos de este tipo en Wuhan. El informe fue rápidamente eliminado de internet”, denunció el periódico.
Wuhan es el punto más afectado por el coronavirus en China: concentra el 61% de los casos identificados en el país y el 77% del total nacional de muertes. Por eso mismo, “liberarla de la cuarentena mientras la pandemia sigue avanzando a nivel mundial conlleva un riesgo significativo pero es un hito crucial para el relato del gobierno chino de su triunfo sobre esta enfermedad mortal”, opinó WSJ.
¿Cuántas infecciones hubo y hay realmente en Wuhan?
Un factor clave en ese peligro es cuán confiables son, o no, las estadísticas chinas. En total, el primer epicentro del COVID-19 ha registrado 81.740 casos —la quinta parte de los identificados en los Estados Unidos, el país que actualmente lidera las infecciones— y 3.331 muertes. Sin embargo, dos estudios recientes estimaron que la cantidad de contagiados en Wuhan podría ser más del doble de los 50.008 informados: unos 125.000.
Esas discrepancias podrían tener repercusiones fuera de China, ya que con la parálisis económica que ha causado la pandemia muchos lugares desesperados por retomar la actividad miran a Wuhan a la hora de evaluar cómo gestionan sus crisis y las salidas posibles.
“Los epidemiólogos, las fuentes de inteligencia estadounidenses y los residentes de Wuhan sospechan que las autoridades chinas han contado menos infecciones y muertes en los últimos meses de las que hay, especialmente en Wuhan, en parte para mejorar la imagen del presidente Xi Jinping“, siguió WSJ. “Esas dudas, combinadas con las denuncias sobre nuevos casos asintomáticos, hacen temer una posible segunda ola de infecciones que podría socavar el crédito que Beijing se ha atribuido por haber domesticado el virus”.
Entre esas sospechas se destaca que la tasa oficial de muertes excluye a aquellos que fallecieron en las casas. Eso es algo que se ha notado en varios lugares del mundo, y algunos, como la ciudad de Nueva York, quieren revisar los criterios. Allí el 6 de abril, por ejemplo, hubo 280 muertes domiciliarias, según el Departamento de Bomberos, y la cifra promedio de un día similar era de 25, informó NPR. Eso puede indicar que mucha gente no buscó ayuda a tiempo y murió por complicaciones del COVID-19 o prefirió no ir a un hospital para no contagiarse con el coronavirus y murió por complicaciones de cuadros anteriores.
En segundo lugar en la lista de sospechas sobre las estadísticas de China se considera que las autoridades “podrían haber sido menos activas en cuanto a la realización de análisis en las semanas recientes para dejar la impresión de que el país había logrado mantener las cifras de infección bajas”, continuó WSJ. Dio, como ejemplo, la historia del padre y el tío de Wang Wenjun, un ama de casa de 33 años de Wuhan.
Poco después del cierre de la ciudad los hermanos Wang, taxistas retirados, manifestaron síntomas del COVID-19. Luego de varios pedidos de ayuda, el 30 de enero los ingresaron en un centro de cuarentena improvisado en un hotel. Nunca les hicieron el análisis de SARS-CoV-2. Al despertar, el 31, el padre de la mujer encontró a su hermano muerto en la cama de al lado. “Ni siquiera le hicieron el test, ¿cómo podrían incluirlo en los datos?”, preguntó ella.
El regreso de la actividad a la ciudad
“Sólo me sentiré segura de salir en junio, cuando el calor del verano pueda matar el virus”, dijo a Bloomberg Fu Bianlin, una vecina de Wuhan de 60 años. “El fin de la cuarentena podría traer más peligros a medida que más gente comience a moverse”. Como ella, muchos otros no se animan a ir a ningún lado.
Con la economía destrozada, la prioridad de las autoridades locales es que la gente vuelva a la actividad. “Aquellos que regresen a sus empleos tendrán una mayor libertad de movimiento. Algunos complejos de apartamentos exigirán que sus residentes prueben que salen del edificio para trabajar antes de que se les permita hacerlo”, agregó la publicación económica. Todavía se ven policías vestidos con equipos de protección en las entradas a los barrios residenciales, algunos de los cuales mantienen barricadas.
“Aunque algo de la vida, y del tránsito, de Wuhan ha vuelto a sus calles, la mayoría de los comercios y los restaurantes todavía están cerrados”, detalló WSJ. “Los cementerios y los crematorios han tenido una fuerte custodia policial. En el más grande, Biandanshan, un agente de control de epidemias dijo que en los días recientes hubo docenas de funerales, un poco más de normal, debido al retraso que causó el cierre”.
Las autoridades municipales aseguraron que las personas sanas podrán salir y entrar de Wuhan, no obstante lo cual la situación puede cambiar velozmente al punto de impedirles salir de sus casas, como sucedió en el barrio de Meihuachi. WSJ informó que durante el primer fin de semana de abril se detectaron allí cuatro o cinco casos asintomáticos, como consecuencia de lo cual tres edificios permanecerán en cuarentena.
Código verde y código amarillo
El control de la población se hace de distintas maneras. Por un lado, “el análisis [del coronavirus] es obligatorio para volver a trabajar o salir de la ciudad”, según WSJ. Por otro, las grandes empresas tecnológicas Alibaba y Tencent desplegaron unas aplicaciones para la clasificación de los habitantes según códigos. “Los individuos deben mantener el código verde para poder circular con libertad”, explicó Bloomberg. Dado que las apps rastrean la historia de viajes, salud y contactos de las personas, “basta con visitar un centro comercial donde luego se confirma un caso para que el código se vuelva amarillo, lo cual implica otras dos semanas de aislamiento domiciliario”.
El temor a moverse y recibir un código amarillo hará que muchos residentes demoren el regreso a sus rutinas anteriores al brote. Por eso motivo muchos comerciantes han comenzado a ajustar sus expectativas. “Planeábamos reabrir tres restaurantes el 8 de abril, pero ahora parece que sólo abriremos uno”, dijo a Bloomberg el restaurateur Xiong Fei, quien prefiere continuar con el delivery en los demás locales de su cadena.
Otra forma de control se hará dentro de los ámbitos laborales. La planta de Honda en Wuhan ha reabierto con el 98% de sus 12.000 trabajadores, informó Reuters, pero también con nuevas prácticas. Hay controles de temperatura, se cerraron las salas de recreación y para fumadores, en cada pared se repiten los carteles que recuerdan la obligación de mantener la distancia entre personas.
Por el atraso de la producción durante el cierre, los empleados trabajarán nueve horas y media por día, en lugar de las ocho habituales. Las reuniones administrativas se hacen mediante video y los obreros llevan mamelucos y guantes obligatorios. Quien necesite descansar puede sentarse en una de las banquetas rojas distribuidas por toda la planta, a dos metros de distancia entre sí. Todo el personal utiliza sus celulares para escanear un código QR e informar si tuvo tos o estuvo cerca de alguien que no se sintiera bien.
Por último, habrá controles exteriores a Wuhan y hasta a la provincia: al menos 10 localidades, incluida Shanghai y el centro industrial de Tianjin, requieren que quienes lleguen desde Hubei se mantengan 14 días en cuarentena. “Beijing anunció que limitará la cantidad de personas que ingresen de Wuhan a 1.000 por día y que todos los que lo hagan deberán haber dado negativo en un análisis del coronavirus la semana anterior a su viaje”, detalló Boomberg.
La gran incógnita de los asintomáticos
“Los confinamientos estrictos rompieron muchas cadenas de transmisión en China, pero es improbable que hayan erradicado todos los casos”, dijo a WSJ David Hui, profesor de enfermedades respiratorias en la Universidad China de Hong Kong. “La evidencia yace en la cantidad de casos asintomáticos en la comunidad. Tenemos que estar atentos a una segunda ola de infecciones en China”.
Hasta el 1º de abril China no publicó cifras de casos personas que no manifestaban síntomas de la enfermedad pero eran portadoras del SARS-CoV-2 y lo podían transmitir. “Desde ese momento las autoridades de Wuhan han informado sobre 194 nuevos casos asintomáticos. También dijeron que un total de 658 casos asintomáticos se encontraban oficialmente bajo observación médica”, según el periódico financiero.
“La situación de prevención y control de la epidemia en nuestra ciudad todavía es sombría”, advirtió un comunicado del gobierno municipal de Wuhan el 3 de abril. Entre las amenazas que citaba se destacaban los portadores sin síntomas y las personas que, a pesar de haberse recuperado del COVID-19, volvieron a dar positivo en el análisis.
“Para estimar con más precisión la cantidad de casos asintomáticos en China, las autoridades necesitarán hacer análisis —idealmente de sangre para buscar anticuerpos— o bien a toda la población, lo cual es prohibitivo, o bien a muestras amplias y cuidadosamente elegidas”, evaluó WSJ. Hasta ahora Wuhan ha informado que realizó 777.000 tests, lo cual cubre el 7% de la población de la ciudad.
Lin Xihong, profesora de salud pública en la Universidad de Harvard, es uno de los autores de un estudio reciente según el cual al 18 de febrero en Wuhan había unos 125.959 casos de coronavirus, de los cuales el 59% eran “no comprobados”, en parte porque no presentaban síntomas o sólo tenían manifestaciones leves, que se resolvían solas o se podían confundir con una alergia, un resfrío o una gripe. “La magnitud de una segunda ola dependerá de cuál será la estrategia a implementar para detectar y aislar estos casos sin síntomas”, dijo la experta a WSJ. “Esa es la pregunta del millón”.