Apenas once días después de la derrota sufrida por las huestes haitianas el 19 de marzo de 1844, en la sureña Azua, los extranjeros seguían empecinados en volver a dominar la franja oriental de la isla e intentaron de nuevo atacar a los dominicanos, quienes les infligieron otra aplastante derrota en la conocida Batalla del 30 de marzo, librada en Santiago de los Caballeros, en la región Norte del país.
Este nuevo triunfo consolidó la decisión de los dominicanos de mantener la independencia nacional, proclamada la noche del 27 de febrero del 1844, después de que transcurrieran 22 años de dominación haitiana.
Acerca de la contienda del 30 de marzo de 1844 José Gabriel García, historiador nacional, escribió: “…pero como a más de las tropas santiagueses que pudieron reunirse, el general Imbert había acudido en auxilio de la plaza con fuerzas de Moca, y el coronel Toribio Ramírez con quinientos hombres de La Vega, aunque los haitianos atacaron con vigor por diferentes puntos, tuvieron al fin que retirarse con grandes pérdidas, distinguiéndose en la acción por su heroísmo, a más el general Imbert, los coroneles Toribio Ramírez y José María Garrido”.
Relató además: “Los triunfos tan espléndidos reanimaron el espíritu público” e “hicieron renacer la confianza en el buen éxito de la causa nacional, reviviendo en las masas el entusiasmo que se había debilitado con la injustificada retirada del ejército del Sur a Baní, pues a la vista de los últimos sucesos ya no le quedó sino a muy pocos la duda de que los dominicanos pudieran sostener la independencia que habían proclamado y la integridad de su territorio”.
Como se esperaba, la derrota de los haitianos fue recibida con alegría por el pueblo.
En resumen, el día 30 de marzo las tropas comandadas por el general José María Imbert habían peleado en cinco ataques, por dos flancos, y los invasores tuvieron unas 600 bajas y una mayor cantidad de heridos. Los dominicanos no tuvieron pérdidas.
Los combates empezaron al mediodía del 30 de marzo por el lado izquierdo dominicano, que defendía el Fuerte Libertad. Tras cinco horas de combates, los haitianos pidieron una tregua para recoger a sus muertos y heridos.
Con esta segunda contienda en apenas once días, los dominicanos consolidaban la separación de Haití
Luego de hablar con el general Imbert y de pedir seguridad de que no sería molestado en la retirada, el general haitiano Jean-Louis Pierrot, candidato “natural” para sustituir a Charles Rivière-Hérard, se marchó con sus tropas hacia Haití, en un gran desorden.
Recordando esos hechos, el general Imbert comparó con un camposanto el camino que siguieron los haitianos en la fuga.
“Por una protección manifiesta de la Divina Providencia, el enemigo ha sufrido semejante pérdida sin que nosotros hayamos tenido que sentir la muerte de un solo hombre ni tampoco haber tenido un solo herido. ¡Cosa milagrosa que solo se debe al Señor de los Ejércitos y a la justa causa!”, relató el comandante.
En torno a la gesta, el historiador Adriano Miguel Tejada ensalzó la heroicidad de varios dominicanos en su libro “El Diario de la Independencia”.
“El campo dominicano está lleno de héroes: Imbert que comandó brillantemente las tropas y trajo orden donde sólo había desvalimiento; (Pedro Eugenio) Pelletier y (Achille) Michel, en el campo de batalla, dieron muestras de sus dotes de mando y la eficacia de sus previsiones; (Fernando) Valerio, que, con su carga, selló el triunfo definitivo; (José María) López, cuya artillería probó ser extraordinariamente eficaz contra las columnas haitianas; (Ángel) Reyes, que con su batallón La Flor, formado por la juventud de Santiago, se lució en el campo; en fin, los batallones de todo el Cibao y el pueblo de Santiago, que una vez más ha dicho presente, y con su presencia ha salvado su independencia”.
Imbert, el gran héroe
Por sus actuaciones, José María Imbert se consagró como el gran héroe de la Batalla del 30 de Marzo.
Era un independentista firme, nacido en Francia, el 24 de agosto de 1801. Era hijo de Simón Imbert y María Anna Dupressné.
Durante la dominación haitiana su familia se estableció en Moca y él llegó a ser alcalde de esa comunidad, donde contrajo matrimonio con María Francisca Del Monte, con la que procreó seis hijos.
En la etapa de la resistencia contra la dominación haitiana, respaldó al movimiento de La Trinitaria, lidereado por Juan Pablo Duarte, y formó una célula para luchar contra los extranjeros en Moca. Desde allí apoyó declaración de la independencia.
Posteriormente, respaldó la proclamación como presidente del libertador Juan Pablo Duarte que hizo Matías Ramón Mella y combatió en la batalla de Beller. En los años siguientes, Imbert fue gobernador de Moca y de Puerto Plata, donde falleció el 14 de mayo de 1847.