El criminal, vinculado al asesinato del fiscal Marcelo Pecci en Colombia, lleva años evadiendo a la justicia con documentos y nombres falsos
La aparición y fuga del narco uruguayo Sebastián Marset en Bolivia a finales de julio ha sido una noticia importante y polémica en tres países sudamericanos. Marset es un delincuente de “alto valor”, como lo describió una autoridad boliviana, que en la última década ha actuado en Uruguay, Paraguay y Bolivia. Está involucrado en el transporte de cocaína al hemisferio norte, entre otros graves crímenes. El mayor de ellos, la sospecha de que está detrás del asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, ocurrido en Colombia en mayo de 2022. “Estamos ante uno de los mayores narcotraficantes vistos en Bolivia y en nuestra región en los últimos tiempos, con un patrimonio de decenas o centenas de millones de dólares”, dice a EL PAÍS el ministro boliviano de Gobierno, Eduardo del Castillo. En las acciones que se realizaron los últimos días para tratar de capturarlo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (este de La Paz) la policía decomisó bienes por unos 10 millones de dólares, revela el ministro.
“Esperemos atraparlo pronto, o en su defecto, ayudar para que lo atrapen en otros países de la región”, señala Del Castillo. Pese al enorme operativo desplegado por la policía boliviana desde que Marset huyó del cerco el 29 de julio, no han podido atraparlo. Se supone que está con su esposa y sus cuatro hijos, su hermano Diego, también buscado por narcotráfico, y un grupo de “mercenarios” armados que lo ayudaron a fugar reduciendo y golpeando a los policías que estuvieron a punto de detenerlo. Las autoridades bolivianas determinaron que su principal testaferro, que no identificaron, escapó al Brasil por la ciudad fronteriza de Puerto Suárez. Es posible que Marset haya hecho lo mismo.
El prófugo tuvo tiempo de filmar un video para culpar de su fuga al jefe de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (FELCN), Ismael Villca. “Gracias a la ayuda del director de la FELCN logré irme, porque él me avisó que el ministro [Del Castillo] ya había dado orden de aprehensión contra mí”, dijo el uruguayo en una grabación que llegó a los medios bolivianos. “Y, bueno, agarró una platita y me aviso que me fuera”, denunciaba. La policía y el Gobierno respaldaron a Villca y consideraron el video como una distracción.
No es la primera vez que Marset manda mensajes a través de la prensa. Ya lo hizo el año pasado en Uruguay, país que le entregó un pasaporte que le permitió salir de la prisión en Dubai, donde había caído a fines de 2021 por portar un documento paraguayo falsificado. Marset negó en un video que fuera narcotraficante y defendió al abogado que lo había ayudado a tramitar el documento que lo salvó de la policía migratoria dubaití. Ahora ha pedido en Bolivia la liberación de las personas de su entorno que fueron arrestadas, entre ellas testaferros de sus negocios, pero también futbolistas del equipo de segunda división que manejaba en El Torno, un municipio cercano a la ciudad de Santa Cruz. Los detenidos están acusados de ayudar en la fuga del narcotraficante.
A Marset se lo llama el “hombre de los mil rostros” por su habilidad para obtener identidades falsas. El pasaporte que consiguió en Uruguay, su país de nacimiento, llevaba su verdadero nombre. La emisión del pasaporte abrió una crisis política en Montevideo, con acusaciones cruzadas entre altos funcionarios y una investigación parlamentaria que está en curso. Años antes, en 2019, Marset había obtenido un pasaporte boliviano con el nombre de Gabriel de Souza Beuner, alias con el que operó en Paraguay durante esa época, antes de convertirse en un importante capo de las mafias regionales.
Tras su liberación a principios de 2022 en Dubai, donde se supone que opera un comando de la red de narcotraficantes sudamericanos, Marset desapareció. “Había datos que daban cuenta de que estaba en Asia o Medio Oriente y después se creyó que estaba en Centroamérica”, dijo el jefe de la Interpol en Paraguay, Carlos Duré. Pero estaba en Bolivia donde, según Duré, tenía una estructura montada desde años antes. Aquí no actuó con el documento boliviano que poseía, sino con uno brasileño con el nombre de Luis Paulo Amorím Santos.
Su llegada a Bolivia a principios de 2022 coincide con varios hechos importantes en su biografía: en febrero de ese año, se produjo la operación policial paraguaya A Ultranza, que desmontó su red en Paraguay. En mayo, salió la orden internacional de captura en su contra. Ese mismo mes, fue asesinado en Colombia, donde pasaba su luna de miel, el fiscal paraguayo que dirigía A Ultranza, Marcelo Pecci, crimen con el que se vincula a Marset. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo vinculó directamente con el asesinato del fiscal.
En el año que vivió en Santa Cruz de la Sierra, Marset adquirió el club de futbol de El Torno, al mejor estilo Pablo Escobar, que en los ochenta financió a Atlético Nacional en Colombia. Según la fiscalía, el uruguayo se dedicó al lavado de dinero mediante el comercio de bienes raíces. Este negocio le permitía llevar una vida lujosa, como muestra la lista de mansiones y vehículos que le fueron incautados. También tenía armas: la policía decomisó 17 fusiles automáticos y una pistola. En una de sus casas se encontró más de 400.000 dólares dentro de un ropero, en una bolsa negra.
El caso Marset ha traído complicaciones internacionales y domésticas al Gobierno boliviano. Las autoridades paraguayas revelaron a la prensa que en febrero ya habían advertido de la presencia en Bolivia de Marset y otros dos “peces gordos” que habían cometido delitos en Paraguay. La versión paraguaya encontró con el pie cambiado a los bolivianos, que tenían otra versión. “Recibimos información de que este sujeto estaba en nuestro país en junio en una reunión de ministros del Interior del Mercosur”, asegura Eduardo del Castillo. Reconoce que hubo una reunión policial paraguayo-boliviana en febrero, “pero no se tocó el tema” de Marset, señala. Tras el entredicho, Bolivia envío al viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas al Paraguay. El motivo oficial es intercambiar información sobre el prófugo.
El Gobierno boliviano también sufre ataques internos. El exministro de Gobierno de los gobiernos de Evo Morales, Carlos Romero, se ha convertido en un crítico constante y descarnado de Del Castillo. Su batalla forma parte de la guerra declarada entre las dos facciones en las que se ha dividido el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS). El exministro Romero dijo que la detención de Marset podría haberse hecho en cualquier momento, ya que el hombre de 32 años caminaba libremente por las calles de Santa Cruz. Y acusó de torpeza a la policía por permitir la fuga del sospechoso. Por su parte, el ministro Del Castillo señala que se necesita más colaboración regional para obtener mejores resultados contra el narcotráfico: “Los países aislados en contra de un crimen transnacional tienen limitaciones. Se debe dar un paso adelante y regionalizar la lucha”.