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Flordelis, la exdiputada brasileña, cantante y pastora, condenada a 50 años por ordenar el asesinato de su marido

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La exparlamentaria, que tiene 55 hijos, ha sido juzgada esta semana cerca de Río de Janeiro junto a una hija biológica, dos adoptivos y una nieta

Incluso en ese paraíso del drama y los giros de guion que es Brasil, la historia de la carioca Flordelis dos Santos de Souza, de 61 años, pastora evangélica y diputada federal hasta el año pasado, destaca. Contiene todos esos ingredientes indispensables para componer un drama sensacional y los tiene en dosis abundantes: amor, odio, poder, dinero, sexo, política, religión, un asesinato y, en el centro de toda la trama, una antigua heroína convertida en villana. Y, por supuesto, como en este país tampoco puede faltar una banda sonora, de fondo suena góspel.

Criada en Jacarezinho, una favela de Río de Janeiro, se hizo famosa en los noventa al acoger en su casa a decenas de críos que acababan de sobrevivir a una matanza parapolicial. Creó una familia que fue creciendo hasta incluir 55 hijos entre adoptivos y biológicos. Tres décadas después, en 2019, desembarcaba en el corazón del poder político como diputada federal a lomos de la ola bolsonarista y ultraconservadora.

Este domingo, Flordelis ha sido condenada a 50 años en prisión por ordenar a dos de sus hijos que asesinaran a su esposo, también pastor. Anderson do Carmo murió a los 42 años acribillado en el garaje del chalé que la pareja compartía con decenas de hijos. Era de madrugada, acababa de regresar de una salida romántica con su esposa. La sentencia, dictada tras un juicio con una veintena de testigos que ha durado toda la semana, destaca “la frialdad y el desprecio por la vida” además del “odio explícito” con los que actuó, informa el diario O Globo.

Los investigadores de la policía argumentaron que el crimen estuvo motivado por luchas por el poder y el dinero en la Iglesia evangélica que fundaron juntos: el Ministerio Flordelis. Pero la defensa de la antigua parlamentaria sostiene que el asesinado era un depredador sexual que abusaba de su esposa, de algunas hijas e incluso nietas. Según la Fiscalía, solo pretendían convertir al pastor en el agresor, cuando en realidad fue la víctima.

Flordelis ha declarado este sábado durante 40 minutos ante la juez y el jurado popular que decidieron su suerte. Al echarse a llorar, uno de los jurados ha preguntado si las lágrimas eran de verdad. Sí, respondió ella, informa O Globo. Además de proclamar su inocencia, ha contado que en una época su marido le pegaba y en otra se ponía violento durante el acto sexual. “¿Matar a mi marido? La mitad de mí murió con él (…) Hace tres años que pago por los errores de otros. Dicen que encargué el asesinato de quien más quería en esta vida. Llevaba solo seis meses en el Congreso. Le necesitaba para terminar bien la legislatura”, ha declarado entre sollozos.

Do Carmo llegó a la vida de Flordelis como un chaval desamparado, declaró el antiguo juez que en los noventa la autorizó a quedarse con aquella treintena de niños que aparentemente sus familias no reclamaron. “Pasó por varias etapas: lo conocí como un hijo, luego se casó con Flor y adquirió un papel protagonista. Ya no era ella quien hablaba conmigo, sino él. Asumió una posición de padre de estos niños/hermanos. Pasó a ser un gerente, el tipo que decidía y dirigía ese producto que era la familia Flordelis”, explicó el juez que llevó el caso en los años noventa.

En contraste con la imponente mujer de frondosa y larga melena de sus tiempos como parlamentaria, pastora evangélica, exitosa cantante de góspel y actriz mediocre, Flordelis se mostró abatida durante las sesiones del juicio, que se celebró en Niteroi, una ciudad frente a Río, al otro lado de la bahía de Guanábara. A menudo escuchaba cabizbaja o lloraba. Comparecía con chándal blanco, melena corta y gafas de ver.

Este caso ilustra dos fenómenos trascendentales en Brasil, uno más reciente y otro que viene de largo: la pujanza de las Iglesias evangélicas, que además de bálsamo espiritual son un lucrativo negocio, acumulan cada vez más poder político y son un voto muy codiciado; y el corporativismo de los parlamentarios, siempre reticentes a dejar caer uno de los suyos incluso ante una acusación del calibre de un asesinato.

A medida que Flordelis fue adquiriendo fama, su carrera se fue ampliando a nuevos horizontes. Encontró su lugar en la gigantesca industria de la música cristiana como cantante de góspel, se interpretó a sí misma en un telefilme y, junto a su marido, fundó el Ministerio Flordelis. Uno de esos templos alineados a la teología de la prosperidad donde los pastores predican las bondades del éxito financiero y en el resto de las facetas de la vida y en cada culto los fieles pagan religiosamente un diezmo, en efectivo o con tarjeta. La pareja llegó a abrir varios templos, ahora cerrados.

Cuando los brasileños estallaron indignados contra sus políticos, Do Carmo y Flordelis vieron una oportunidad de ampliar sus horizontes en la política. Ella se presentó a las elecciones y logró un escaño en Brasilia.

Al año, quedó viuda tras un crimen que fue noticia en todo Brasil. Dos de sus hijos fueron detenidos: uno por disparar a quemarropa, el otro por conseguir la pistola. Ambos han sido condenados. Que la policía la detuviera por ordenar el asesinato del marido por el que tanto había llorado en público sorprendió menos porque las sospechas eran muchas.

Sus compañeros de la Cámara de los Diputados cerraron filas, temerosos de que levantarle la inmunidad parlamentaria sentara un peligroso precedente para todos ellos. En los tiempos álgidos de la operación Lava Jato, más de la mitad tenían cuentas pendientes con la justicia por corrupción, sobre todo, pero también por robo o tortura. Un año tardaron sus señorías en decidirse a quitarle el escaño que, según la decisión final, la acusada usó para coaccionar a testigos y ocultar pruebas.

Entró en prisión a la espera de juicio. Junto a ella, se sientan también en el banquillo una hija biológica, una nieta y dos hijos adoptivos. La primera ha sido condenada a 31 años por el asesinato. Los otros tres han quedado libres sin cargos.

Aunque la pareja de pastores proyectaba una imagen de matrimonio tradicional, puertas adentro el panorama era bien distinto. “Nunca fuimos una familia normal, pero éramos una familia. Disfuncional, mala, pero aquello era una familia”, confesó ante el jurado una de las hijas. Y había preferencias por unos hijos frente a otros, unos recibían un trato mucho mejor. Ahora, unos defienden a su madre y otros la acusan.

Para la comisaria que inicialmente investigó el caso, en aquella casa, y dentro de la misma pareja, había todo tipo de intrigas. “De alguna manera, se necesitaban el uno al otro. Hablando vulgarmente, él era el emprendedor; ella, el símbolo”. La policía también explicó en el primer día del juicio que ella no constató ningún abuso sexual perpetrado por parte del fallecido, sino que las relaciones sexuales bajo aquel techo eran consentidas. Recalcó que la relación entre Flordelis y Do Carmo era abierta. Según la agente de policía, con algunos de los acogidos tenían una relación que no era precisamente la de un padre o una madre.

A la víctima le pegaron unos 30 tiros, la mayoría de ellos en la zona genital, lo que, según explicó el perito en el juicio, indica que había una motivación sexual. Mucho antes de aquella noche intentaron envenenarlo. Un plan, que en vista de lo declarado por uno de los hijos, era de conocimiento generalizado en la casa, de manera que incluso llegó a los oídos del pastor.

Como era de esperar, la asombrosa historia de esta mujer, que ya fue telefilme, es ahora una serie documental, producida por Globo. Flordelis, cuestionada o adorada se ha estrenado esta semana, en paralelo al juicio. Más allá del veredicto del público, la justicia ha dicho la última palabra: es culpable. Pasará 50 años entre rejas.

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