Durante el mayor despliegue militar realizado en China, el régimen de Beijing denunció “conductas de intimidación” de ciertos países, en referencia a Estados Unidos, y subrayó que el pueblo chino “está firmemente del lado correcto de la historia”
El presidente de China, Xi Jinping, advirtió este miércoles que el mundo enfrenta una elección entre la paz y la guerra durante la mayor parada militar de la historia moderna del país, celebrada en la Plaza de Tiananmen y presidida junto a Vladimir Putin, mandatario de Rusia, y Kim Jong-un, dictador de Corea del Norte.
Los tres caminaron juntos sobre la alfombra roja, intercambiando saludos en un gesto interpretado como un desafío directo a Estados Unidos y sus aliados.
El desfile conmemoró el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Más de 50.000 personas asistieron al acto, que contó con dirigentes de países aliados o cercanos a Beijing, incluidos el presidente iraní Masoud Pezeshkian y el jefe militar de Myanmar, Min Aung Hlaing. Ningún representante de gobiernos occidentales estuvo presente.
En su discurso, Xi sostuvo que “hoy la humanidad se encuentra ante la elección entre la paz y la guerra, el diálogo y la confrontación, el beneficio mutuo y el juego de suma cero” y denunció “conductas de intimidación” de ciertos países, en referencia a Estados Unidos. Añadió que “China es imparable” y subrayó que el pueblo chino “está firmemente del lado correcto de la historia”.
La parada militar incluyó vehículos blindados, misiles de largo alcance, drones de combate y aviones invisibles a radares. Varios de los sistemas mostrados no habían sido vistos en público y buscan advertir sobre la defensa de intereses estratégicos del país frente a amenazas externas. Los analistas coinciden en que la exhibición busca proyectar poder y capacidad militar en momentos de tensión con Occidente.
La imagen de Xi junto a Putin y Kim simboliza la consolidación de un bloque de regímenes autoritarios. La presencia de los líderes ruso y norcoreano resalta la alianza frente al aislamiento internacional de Moscú y las sanciones aplicadas a Pyongyang. Kim asistió acompañado de su hija, Kim Ju-ae, en su segunda salida internacional en seis años.
Donald Trump reaccionó desde su red social Truth Social: “Transmitan mis saludos a Vladimir Putin y Kim Jong-un, mientras conspiran contra Estados Unidos de América”.
El evento se realizó tras la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en la que Xi acusó a Estados Unidos de “conductas de intimidación” y Putin justificó la invasión a Ucrania, responsabilizando a Occidente del conflicto. La parada militar, según expertos, buscó reforzar la narrativa de China como potencia global central y proyectar su influencia sobre países que cuestionan el orden internacional liderado por Occidente.
Xi presidió la revisión de las tropas a bordo de un vehículo descubierto, deteniéndose a recibir saludos mientras las fuerzas respondían con cánticos de lealtad y disciplina: “¡Seguir al Partido! ¡Luchar para ganar! ¡Forjar conducta ejemplar!”.
La puesta en escena incluyó 80 cañonazos, formaciones aéreas y la exposición de tecnología militar avanzada, que refleja la modernización del Ejército Popular de Liberación en los últimos años, pese a denuncias de corrupción y purgas internas en la institución.
El desfile también reforzó el concepto de “rejuvenecimiento de la nación china”. Aunque Xi evitó referirse explícitamente a Taiwán, las alusiones a la soberanía nacional y al fortalecimiento militar dejaron claro que se trata de un tema central en la agenda del régimen.
La visita de Kim Jong-un y su hija subraya el intento del líder norcoreano de consolidar su imagen internacional y la legitimidad de su régimen. Lam Peng Er, del Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur, indicó que la aparición de Kim y Ju-ae “demuestra a los norcoreanos y al mundo que tienen aliados poderosos que los respetan”.
El acto marcó un hito en la alianza entre China, Rusia y Corea del Norte, proyectando un bloque de regímenes autoritarios que desafían la influencia occidental y consolidan sus prioridades estratégicas frente a Estados Unidos y Europa. La jornada evidenció que el eje Beijing-Moscú-Pyongyang busca reafirmar su presencia global, mostrar capacidad militar y política y enviar un mensaje firme sobre su posición frente a las democracias occidentales.
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