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Autoridades inician demolición de edificios en zona de explosión en San Cristóbal

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La mañana de este viernes equipos del Ayuntamiento de San Cristóbal iniciaron los trabajos de demolición de los edificios afectados por la explosión en San Cristóbal.

Gusanos, moscas y mal olor, impregnan el ambiente que en la zona cero, tras más de dos semanas de la tragedia que dejó el saldo de 34 víctimas mortales y 59 heridos.

Los gusanos se podían observar en las aceras, sobre todo, donde funcionaba la Agroveterinaria La Esperanza, debido a los alimentos y otros insumos que se vendían allí, mientras que las moscas se veían en todos esos alrededores.

Hay que aclarar que en horas de la mañana un equipo se encontraba fumigando el área afectada.

Esta situación ha provocado malestar entre los comunitarios y comercios cercanos al lugar del desastre, donde esta población afectada pide a las autoridades sanear y desinfectar el área para evitar enfermedades.

Bajas en negocios
Saury Franco, propietario de un centro fotográfico, expresó a inicios de semanas que por el hedor han tenido que optar por usar mascarillas y decirles a sus clientes que no vayan directamente al negocio.

Al lamentar las pérdidas humanas y refiriéndose a la insalubridad de esa zona, Franco manifestó que las autoridades deben tomar cartas en el asunto para limpiar el lugar “porque nosotros los que estamos vivos tenemos que salir adelante”.

Al caminar hacia la avenida Constitución de esa provincia sureña, algunos comerciantes de establecimientos de comida indicaron que han tenido bajas en las ventas, producto del mal olor, pues no todos pueden sentarse a comer por la molestia.

Lesseps de León, dueño de “Buen Gusto”, narró que varios sucesos han impactado y ampliado las pérdidas, señalando que primero fue la explosión, luego la tormenta y ahora el mal olor.

“Le estamos pidiendo a las autoridades que vayan en auxilio con la limpieza de esos locales, que nos está afectando mucho”, dijo.

Greysi de la Cruz, empleada de otro negocio comida llamado Blade, sostuvo que las ventas han bajado también por el olor a podredumbre que hay en los alrededores.

“¡Quién aguanta esto!”, expresaba otra señora que vive en la zona, mientras conversaba con Ángela Segura, quien vivía y tenía su agencia de seguros al lado de la agroveterinaria y aún espera que su vivienda sea evaluada, para saber si será demolida. Hasta ahora recibe pocos clientes en una oficina prestada.

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