Conscientes de que las medidas de confinamiento masivo no fueron suficientes, las autoridades tratarán de emular algunas de las tácticas que Seúl empleó con éxito
Este sábado se cumple exactamente un mes de la primera muerte por COVID-19 en Italia. Adriano Trevisan falleció el 21 de febrero en un hospital cerca de Padua, en el norte de la península. En los 30 días que pasaron, más de 47.000 personas contrajeron coronavirus y otras 4.031 murieron en el país.
La magnitud de la tragedia convenció a las autoridades de que las cosas se hicieron muy mal y de que es necesario cambiar el enfoque. Hasta acá, la única estrategia del gobierno fue ordenar un confinamiento masivo, que si bien está avalado por los especialistas en salud, llegó tarde y fue mal ejecutado.
Las medidas comenzaron el fin de semana del 7 y el 8 de marzo, ante el fuerte aumento de casos en el norte del país, sobre todo en Lombardía. Pero la información se filtró y miles de personas huyeron hacia el sur para evitar el encierro, que iba a estar limitado a esa región. Así se llevaron con ellos sin saberlo una gran bomba de efecto retardado. Entre los casos positivos en Apulia, en el talón de la bota que es el mapa de Italia, muchos son familiares de los que participaron en este éxodo.
En la noche del 9 al 10 de marzo, el primer ministro Giuseppe Conte extendió el confinamiento a todo el país. Prometió que los resultados serían visibles en unas dos semanas, pero los infectados y los muertos no paran de aumentar. Una de las razones es que no es todo lo estricto que debería ser para funcionar.
En opinión del vicepresidente de la Cruz Roja china, Sun Shuopeng, que fue a Italia a compartir su experiencia en una pandemia que surgió en su país, “las medidas adoptadas no son suficientemente restrictivas”. “Hay que paralizar toda la actividad económica. Y todo el mundo debe quedarse en casa”, dijo el jueves.
Por estas razones, el gobierno italiano estaría dispuesto a dar un giro, apelando a nuevas estrategias para combatir el avance del coronavirus. Y el modelo a seguir es Corea del Sur. A fines de febrero se había convertido en el primer país en superar a China en cantidad de nuevos infectados, que llegaron a ser 909 en un solo día, muy por encima de lo que mostraba Italia. Pero la tendencia empezó a cambiar desde ese momento.
Con 8.799 casos positivos, pasó de tener exclusivamente a China por delante a ser superado por otros seis países. Pero lo más impactante está en la cantidad de muertos. Hasta aquí son 102, lo que representa una tasa de 1,2%, frente al 8,6% de Italia, el 5,2% de España y el 4% de China.
“Desde hace días estudio el gráfico (de infectados en Italia y en Corea del Sur). Y cuanto más lo miro más me convenzo que debemos seguir la estrategia adoptada por Seúl. De acuerdo con el Ministerio de Salud, estoy proponiendo que se adopte también en Italia. Hemos ya activado un grupo para definir los detalles”, contó este viernes Walter Riciardi, investigador de la Organización Mundial de la Salud y consejero del gobierno, en un artículo publicado en La Repubblica.
El puntal de la estrategia coreana de contención fue desplegar un amplio y veloz dispositivo de detección temprana, distribuyendo en clínicas y hospitales de todo el país las herramientas para hacer tests gratuitos en personas con síntomas o con una simple prescripción médica. Hasta se dispuso de cabinas especiales, que permiten a los conductores realizarse pruebas sin bajarse del auto. Se realizan hasta 15.000 tests por día, mucho más que en cualquier otro lugar fuera de China.
“Creo que la tasa de mortalidad es baja en Corea porque se han hecho muchas pruebas y se han encontrado muchos casos leves. En la mayoría de los países, los tests se limitan a los más graves, por lo que la mortalidad es mayor. Corea ha tenido éxito en la identificación rápida de infectados y en su posterior aislamiento para prevenir la transmisión”, explicó Benjamin Cowling, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong, consultado por Infobae.
También se tomaron decisiones controversiales, aunque no por eso menos efectivas. El ejemplo más claro es el control a través de GPS de los pacientes ambulatorios, lo que permitió crear un mapa en tiempo real para comprobar que cumplan con la cuarentena. Pero la mayoría de las personas consideran que es un costo necesario para minimizar la propagación de la enfermedad.
Italia tratará de ir en esa dirección en las próximas semanas. Pero hay cosas que son más difíciles de copiar. Por más que el Gobierno tenga un buen plan y sepa lo que hay que hacer, sin un buen sistema sanitario de base, difícilmente pueda combatir una epidemia de estas características. Si tan pocas personas sufrieron complicaciones severas por el coronavirus en Corea del Sur es también porque tiene una sanidad de primer nivel.
Una de las claves del sistema coreano es la virtuosa articulación entre el sector público y el privado. Desde 1989 la cobertura es universal. El 97% de la población paga el Seguro Nacional de Salud y el 3% de menores ingresos es beneficiaria de un programa de ayuda, financiado a través de impuestos. Pero a pesar de que hay un solo asegurador, que es público, la mayoría de los prestadores son clínicas y hospitales privados, y los ciudadanos tienen la libertad de decidir dónde atenderse.
Como el sistema es centralizado, en la medida en que hay un solo seguro, el Ministerio de Salud tiene acceso a información médica de toda la población y tiene facultades para ejercer un rol de coordinación. Eso fue muy importante para que la respuesta al coronavirus fuera rápida y eficaz. El equipamiento de muchos establecimientos también fue decisivo. Los pacientes más delicados, detectados de manera temprana, fueron internados en salas con presión negativa, que evitan que el aire potencialmente contaminado salga al exterior.
La realidad italiana es muy diferente y esto es muy difícil de corregir en medio de una crisis de esta gravedad. Pero el Gobierno parece dispuesto a hacer el intento.