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A un mes de terremoto, 61% de escuelas de PR siguen cerradas

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Las clases estaban a punto de comenzar cuando un padre paró su auto junto a la glorieta en la que Nydsy Santiago atendía a sus alumnos y la llamó a un costado.

Le preguntó si podía admitir a su hija en su clase. Santiago, apesadumbrada, le dijo que no, que sólo estaba autorizada a sus 23 alumnos de los más de 194.000 no pueden ir a la escuela desde hace un mes porque un terremoto de magnitud 6,4 afectó el sur de la isla y obligó al gobierno a cerrar permanentemente decenas de centros educativos públicos.

“Espero que esto se normalice para todos”, le dijo Santiago mientras recogía papeles que se llevó el viento una mañana reciente.

Pocos piensan que eso va a suceder. Las clases debían comenzar el 9 de enero. Si bien 331 escuelas pudieron abrir tarde como consecuencia del temblor, el 61% de las 856 escuelas públicas de la isla siguen cerradas y cada vez más gente responsabiliza al Departamento de Educación por ello.

Mercedes Martínez, presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico, dijo que es inaceptable que no se hayan encontrado alternativas para los chicos que asisten a las 525 escuelas que siguen cerradas.

“El gobierno de Puerto Rico ha sido totalmente negligente desde un inicio”, manifestó. “No han sido ágiles. No han sido estratégicos. No tienen un plan para el reinicio del semestre a estas alturas”.

La situación hace que muchos chicos reciban clases en sus casas y que algunos maestros como Santiago se ofrezcan como voluntarios y encuentren sitios al aire libre donde dictar clases con el visto bueno de los padres. Santiago empezó a buscar un lugar donde dar clases después de que 19 de 23 padres reaccionasen entusiastamente con emojis cuando planteó la idea el mes pasado en un grupo de Whatsapp.

Santiago dio vueltas por la ciudad y consideró dictar clases en un parque vecino, hasta que divisó los columpios y los bancos de cemento. Decidió instalarse en la glorieta cerca de una pista atlética municipal. Las autoridades municipales le suministraron mesas y sillas de plástico e instalaron cortinas blancas para bloquear el sol.

Las cortinas volaban sobre las cabezas de los chicos esta semana mientras pintaban, alejaban nubes de mosquitos entre risas y apuntaban hacia un helicóptero militar que sobrevolaba la zona. La maestra de kindergarten Esther Cordero observó la escena desde lejos y sacudió la cabeza mientras criticaba la respuesta del gobierno al temblor que mató a una persona, destruyó o dañó cientos de viviendas e hizo que el presidente de Estados Unidos Donald Trump declarase varios municipios zona de desastre.

“Tuvieron que haber invertido inmediatamente en los trailers”, dijo Cordero. “Y si no, hasta carpas” se podían usar.

Su colega Madeline Cruz, de 37 años y quien tiene tres hijos cuyas escuelas siguen cerradas, asintió.

“El Departamento de Educación no está enfocándose en eso”, declaró. “Hay otras alternativas“.

Las críticas al gobierno se parecen a las que surgieron después del huracán María, una tormenta de categoría 4 que azotó la isla en septiembre del 2017, causando daños por más de 100.000 millones de dólares y matando a 2.975 personas en los meses siguientes, según se estima.

Las mujeres planeaban seguir el ejemplo de Santiago y dictar clases en glorietas de la zona si recibían el visto bueno de los padres. Dijeron que estaban cansadas de esperar que el gobierno hiciese algo.

Eligio Hernández, secretario de educación de Puerto Rico, no devolvió reiterados mensajes dejados a su portavoz. El domingo anunció que otras 103 escuelas abrirían esta semana.

“Este proceso ha sido uno responsable, detallado y minucioso, pues lo más importante para nosotros es la salud y seguridad de todos los integrantes de las comunidades escolares”, sostuvo en un comunicado.

Ingenieros inspeccionaron cientos de escuelas públicas, pero siguen los remezones, como dos de magnitud 5.0 en las dos últimas semanas, que obligan a inspeccionar de nuevo. Los sismólogos pronostican más remezones en las próximas semanas.

Al menos 69 escuelas no pasaron las inspecciones y Hernández dijo que se acortarán las vacaciones de Semana Santa para compensar por el tiempo perdido. Funcionarios del departamento de educación dicen que algunas escuelas tendrán dos horarios paralelos para acomodar estudiantes de otros distritos. Los maestros, mientras tanto, siguen exigiendo explicaciones acerca de los planes a largo plazo.

Ante la falta de respuestas de las autoridades educativas, algunos padres optaron por enseñarles ellos mismos a sus hijos, de acuerdo con Nydia Villanueva, quien dirige un grupo de apoyo a la enseñanza en las casas llamado Amanecer Educativo. Tenía planeada una charla informativa para principios de enero, que casi suspende porque nadie se apuntaba. Hasta que se produjo el terremoto.

“Mi teléfono iba a reventar”, comentó. “En semana y media, hubo más de 240 llamadas”.

Una de las que llamó y que decidió enseñarles a sus dos hijas en su casa fue Mónica Ortiz, de Aguas Buenas, al este de la isla, donde se informó de pocos daños. Temía que su hija mayor no se pudiese graduar según lo programado y el impacto que un atraso en las clases pueda tener en su otra hija, de 13 años, que es una niña de educación especial.

Ortiz dijo que no ha recibido información alguna sobre la escuela de su hija mayor y que se le dijo que la de su hija menor no está lista para reabrir, ni está claro cuando lo estará.

“Han hecho bien en no abrir rápidamente las escuelas”, manifestó. “Lo que no me parece bien es que no hayan encontrado una alternativa”.

Algunas de las llamadas que recibió Villanueva eran de padres alarmados porque las inspecciones que se llevan a cabo en las escuelas son para evaluar los daños, no para determinar si pueden soportar un temblor fuerte o si tienen deficiencias estructurales, como columnas bajas. Mucha gente tiene frescas en la memoria las imágenes de una escuela de Guánica, localidad costera al sudoeste de la isla, en la que el terremoto destruyó los dos pisos de arriba dos días antes del comienzo de las clases.

Marcos Santana, director de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, dijo que hay muchas opciones que no requieren de cuatro paredes para dar clases.

“Reconocemos que esta es una situación extraordinaria, pero… el Departamento de Educación evidentemente no tenía un plan para esta emergencia”, manifestó. “La excusa de no tener los edificios no puede prolongarse mucho más”.

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